jueves, 10 de diciembre de 2009

Orgullo

Siempre quiero ocultar el sufrimiento, pero en esa convicción de orgullo impido que el dolor aparezca en mi vida, lo siento una y otra vez constantemente, como una experiencia que se repite una y otra vez.
Como un reproche que me hago a mi misma por existir, asimismo, cansada del dolor ya no siento nada más, vuelvo a querer las cosas de las que me había enamorado, de las que había odiado, trato de pensar como si mi vida pudiese ser transportada a un lugar encantado, algún lugar donde la gente haya olvidado su haber y es todo para mi.
Lo encuentro me relajo, trato de tenderme, como cuando niña hamacándome sobre una mecedora, esperando que caiga el sol por entre las montañas, dormir hasta que mis penas sean calmadas, olvidadas......
No soy más una niña porque regreso a mis rencores, a mis daños causados, a la gota, gota..... que fue puliendo mi alma, es ahí donde pongo la alerta: contemplo mi figura alta, flaca, cuya cabeza todavía permanece erguida dispuesta a alcanzar una meta, dando la esencia a mi verdadero ser, al eterno y salvaje odio que alberga mi mente, al dominio de los que me llevaron a la soledad, al anhelo de encontrar un igual que comparta el éxito, el amor, la paz....pensándolo bien: uno se complace con su propio brillo, porque precisamos de los demás?

No hay comentarios:

Publicar un comentario