jueves, 18 de febrero de 2010

La soledad

Cada mañana que me levanto encuentro que me gusta mucho más la soledad, me levanto de buen humor, segura de mi misma, no molesto a nadie, y nadie me molesta, soñolienta salgo de mi casa en el parque Leloir, las hojas de los eucaliptos se mecen porque sopla un viento intenso, los pajaros despiertan conmigo, nada de noticieros, solo el pronóstico del tiempo.

Convencida que el lujo es vulgaridad y que de esa miel no comen las hormigas, como dice una canción de Los redondos, salgo sin guardias de seguridad, ni mucamas que invadan mi intimidad, haciendo un mundo en libertad.

Como una hormiga enciendo mi auto de colección, tomo la autopista con los que van más tranquilos a trabajar, porque de regreso estaré observando por el espejo retrovisor como asaltan de: forma violenta los esfuerzos de los demás, sintiendo la impotencia que no se puede hacer nada, viendo mi propio noticiero en vivo de cicarios o de maras.

Me planteo irme del país, a donde? a Toronto como el primo de Daddy que: primero que lindo como nevaba, y ahora se pasa todo el año levantando nieve, a Europa ó EEUU a trabajar de mucama? no, no puedo ni atenderme a mi misma, bueno pienso: en las islas del Delta de Tigre puedo pasar pegada a una cortadora de césped todo el año y en invierno puedo saltar por la ventana porque la casa se me incendia por el pedazo de tronco que puse en el hogar a leña.

Debo superarlo, es solo un mal momento que estoy viviendo en Buenos Aires, me esforzare para no gritar y ver tu cara sonriente y confiada, sin esperar ningún maltrato, porque soy yo la que desea continuar con está existencia sensible, y no quiero ser un objeto de un engaño de quienes nos obligan a experimentar un miedo innecesario.