martes, 18 de agosto de 2009

Vuelta Grande del año 2009

Nuestro bote era uno de los primeros en largar, cada treinta segundos un bote atrás del otro, ibamos largando, nuestro bote el “siete”, hubiesemos preferido tal vez un número más alto para tener tiempo de calentar el cuerpo sobre el agua, armarnos.

Preparados a la improvisación de nuestra experiencia, en un día precioso, botamos el Corsario sobre el río Lujan, era leve el frío, llevábamos demasiada ropa, nos pelábamos como cebollas antes de regatear, nuestro contrincante más duro era el bote Sant Gallen a cargo de un excelente remero del club suizo, tenía nombre y rostro el bote que nos ganaría antes de la largada, uno no quiere sentir eso, surgen sentimientos extraños por querer superar algo superior a nosotros.

El deseo del perfeccionismo empieza a funcionar de forma perjudicial, uno empieza a demandar a los otros una calidad más alta de desempeño para una situación en la que el Corsario tiene veinte kilos demás en cada remada, sobre el Sant Gallen, en los 48Km.de la Vuelta Grande.

No pudimos armarnos hasta la entrada del río Arias, dejamos nuestro mal genio sobre el río Lujan, empezamos a disfrutar de la regata cuando se fue adelante el Sant Gallen, empezamos hacer las cosas mejor, por momentos, aparecían los juicios de comparación por un lugar elevado en el color de la medalla, muchas veces injusto, no aceptar que somos el Corsario, sentirnos en una actividad relajante, siempre viene la autocrítica porque no se alcanzan ciertos logros, o porque se alcanzaron pero no fueron suficientes, siempre son insuficientes.

Dimos la vuelta grande, no se trata de hacer lo mejor posible, sino de hacerla, es el paso más importante, es la más dura de las travesías de competencia, estamos seguros que quisimos tirar a algún tripulante al agua con una pesa en el tobillo mientras la hacíamos, pero también resplandeció un aire cálido, nuestros ojos seguían mirándose más sinceros, mientras alrededor pudiesen existir personas más pequeñas y más tristes.

Decir que sentíamos grandeza es una exageración, como toda exageración lleva implícito el corolario necesario del vacío, somos unos pequeños contentos, segundos porque hay mucho para remar, ó bajarse del campeonato para hacer buenas travesías....para no sentir que se pierde la copa por un punto.

La desición de la CRIT

La amenaza de la tormenta con vientos fuertes sobre el Paraná estaban a nuestra vista, estaba anunciada, el Windguru.com no fallaba, los rayos eléctricos iluminaban el cielo, atemorizando a los más novatos, los más experimentados sabían que se podía zarpar, en dos horas se despejaba, soplarían vientos del sudoeste .

Nuestros botes se mojaban sobre nuestra rampa esperando la decisión de la CRIT (Comisión de remo Internacional de Travesía ), velaban por los nuevos remeros de travesía que experimentaban esta “Vuelta Grande” de 48 Km. sobre los ríos Lujan, Arias, Paraná de las Palmas, Capitán Sarmiento y Luján de nuevo, hasta el top de los árbitros de remo sobre el muelle de CRLM que la organizaba.

Mientras todos conducimos hasta nuestros clubes con los vidrios de los autos empapados, el limpia parabrisas funcionaba como un péndulo dado vuelta, todo el tiempo en movimiento, sensación de nuestra pequeñez ante cosas superiores, sentir que se puede desatar una guerra de relámpagos, queriéndonos arrojar antes de que suceda para proteger nuestros cuerpos de cualquier tormenta.

Solo era una tormenta natural que había transitado por la madrugada y el viento oeste se la llevaba para otros rumbos, dejaba autos estrellados sobre las autopistas que no se salvaron de los litros de alcohol y de la tormenta que se había desatado sobre ellos con una realidad cruel.

Nosotros volvimos a nuestros hogares para reanudar nuestro entusiasmo hasta el otro día, con mejores condiciones meteorológicas, sin el equipo de remo travesía completo.