lunes, 15 de noviembre de 2010

A veces, chapoteó en el barro

El malhumor aumenta cuando no se logran lo objetivos deseados, preparámos los emparedados, el gatorade casero congelado para que se vaya derritiendo con el calor intenso del día sábado, arrancamos temprano para que las lanchas no molestasen, pero en la primera ola de un crucero tempranero, en río Luján nos llenamos de agua.

Amo remar, quiero hacerlo en forma viviente, pero todas las cosas vivas están integradas, no se puede obtener de toda la sociedad náutica que: no haga el menor movimiento en el agua, el agua acumulada dentro del bote G7, daba inestabilidad al bote, cuando llegamos al río Carapachay vimos una playa de arena, decidimos atracar el bote sobre ella, era puro barro, habia soplado el viento norte dejando el delta con poca agua.

Colocamos dos troncos debajo del banco de proa y popa para que no encallase mucho más en el barro, una vez que flotó, el timonel subió, mientras mi perro se perdía en la isla, la fuerza, la paciencia se agotaba, decidimos ir a UPCN, no nos dejaron bajar porque no teníamos el carnet y estabamos con el perro, nos sugirieron al club de aviadores, no nos dejaban bajar, todo mal, a todo esto volver a sacar el bote al agua.

Mi rostro se transformaba, quería presentar una causa contra el egoísmo, pero en el reino de los valores, del juicio, del espíritu, esa gente colocará a los demás por debajo de una ola, para verse sobresalir, un hombre verdaderamente egoísta no se verá afectado por los problemas de los demás, no le importará nada, ni siquiera en una zona de emergencia.