jueves, 7 de octubre de 2010

Teléfono satelital

A veces quisiera irme en medio de las montañas, olvidarme de todos los reclamos, algunos a defensa al consumidor por una linea de teléfono satélital, dos años viendo a un abogado en ocho audiencias y seguir incomunicada.

Me dejó caer hacia delante, pretendiendo resistir alguna chispa de fuerza cuando tuve que llamar una emergencia para salvar una vida, sentir el punto de que todo es lo mismo, inconsciente de todo, menos de la terrible ansiedad que bloquea la razón, la incapacidad y que íbamos a viajar a la estratosfera, que cararotas.

El teléfono es una herramienta con la cual realizamos una elección, cerramos una relación, un negocio, esperamos que nos llamen para algún puesto de trabajo ó decimos te quiero a alguien.

Cansa, lo absurdo de que en la era de la comunicación, viviendo a veinte kilómetros del Congreso de Buenos Aires no pueda tener una linea de teléfono por cableado, me parece que vivo en el exilio, como si estuviera separada de Telefónica por algo superior a un débil cable y en un lapso de dos años de reclamos.

Después de dos años de reclamos pueden reconocer que pague un servicio que no sirve.

Llorar

Llorar?

Siempre algo triste te hace llorar, cuando todo es complicado, difícil, no tener un techo, perderlo todo, la muerte, alimentar algunos gusanos.

Ponerse en papel de víctima es un desperdicio, las víctimas también están haciendo piquetes contra el martirio, contra quienes creen que uno debe existir solo para beneficiar a otros, en contra de todos esos caníbales.

Quiero retirarme de todas las competencias y dejar todas las posibilidades para los incompetentes, ofreciendo hechos, pruebas, beneficios, sin poseer fe, esperanza y caridad........

Y volver a reír