miércoles, 1 de julio de 2009

Regreso con una mujer extrema

El domingo bajo un cielo que se iniciaba gris, empezamos a armar los botes, no llovía cuando zarpamos por el río Paraná Miní, cuando doblamos para tomar el Arroyo Chaña, sentada en el timón, el cielo se veía, como si se hubiese resquebrajado y necesitaba una reparación, a grandes intervalos, empezó a llover, el gastado piso de madera pintado color rojo, se cubrió de agua, todas las gotas que caían sobre el bote formaban un charco limpio que bamboleaba de popa a proa, poniendo un reflejo de cristal insoportable.

El cielo se rompió del todo en el momento que cruzábamos el Paraná de las Palmas, no pudo contener esos nubarrones negros, soplaba un viento sud con intensidad de seis a siete nudos, nuestros pies embutidos dentro del hincapié hinchados por el agua fría, las manos maltrechas aunque tuviésemos los mejores guantes, enrojecidas por fricción de la empuñadura de los remos, remabamos con más vigor.

Ignoramos si: las frases que atravesaban aquella espesa atmósfera, aquellas movedizas nubes amenazantes, que se mezclaban con el sudor y miedo por cualquier gripe que pudiéramos atravesar.

Para combatir cualquier enfermedad, nos desnudamos en el arroyo Rama negra para tomar ropa seca y desechar todo lo mojado, con algunas gotas llegamos al club cambiando cada cinco minutos para no entumecernos en el timón.

Habíamos aprendido que todo lo que está conectado, cuando alguien sabe, tiene experiencia propia, no tenía que ser legitimado por nadie, era nuestra experiencia de fortaleza, podíamos correr la regata Zaraté-Tigre con lluvía.

Una ducha de agua caliente, tomando un submarino caliente en el bufe del club nos reíamos de que los remeros están un poco loquitos, pero nosotras remábamos solamante "un poquito".

La noche con los amigos

A la noche pasamos con todos los amigos alrededor de la hoguera tomando unos vinos, después de comer opíparamente, fuimos a dormir, leí a Ayn Rand, creo que era : "Como vivimos o el Manantial", hasta que el cansancio de las seis horas de remo me vencieron.

Las seis horas remando, charlando, habían generado un cambio en mi vida, me tenía que acostumbrar de que la gente que podía conocer podía ser lo más horrible posible, que mi vida anterior fue una especie de inexiplicable maldad, por lo que: por ahora todavía siento miedo, me resulta difícil asimilar porque no logro comprender la maldad.

Esa noche dormía como una nena, tratando de llegar a esa luna.....

Remando con una amiga

Partimos las dos , el sábado en un simple par con timonel, creo que era el bote E 46, tenía lomo de ballena, estaba preparado para cruzar el oleaje del Paraná de las Palmas.

Remontamos los ríos Capitán Sarmiento, Toro y Antequera, después de dos horas y media llegamos al Paraná en un buen tiempo, hablando de las actualidades, las horas que teníamos de remo juntas eran bastantes para confiar, éramos dos mujeres extremas, tal vez con los pechos caídos por algunos cimbronazos de la vida, pero no perdíamos el tiempo en lamentaciones, tratábamos de poner derecha la columna para no desequilibrar el bote.

En medio de los chirridos de las vías y los toletes, faltaba un mp4 para escuchar a los Red Hot Chili Pepers, Radio Head, el día era espectacular, llegamos con tranquilidad al parador de la Motonáutica del Paraná Mini, sufriendo la correntada del arroyo Chaña.