Más de lo que puedo imaginar en una semana¡ .... no deseaba su cuerpo sino toda su persona, sin sentirme vulgar, obscena, tal vez con algo de pudor, no me condenaba por anhelar que dirija mi vida hacía la felicidad.
Podía dormir desnuda abrazada a su cuerpo, parecía que en aquel lugar recobraba coraje para perder mis miedos, era nuestro momento, nuestro mundo, como si el goce fuera un estado natural.
En esa semana no maldije la capacidad de expresión de mi cuerpo para expresar lo que sentía, leer lo que vivía, aprender a valorar su espíritu que se mezclaba con el mio, aceptar sus normas diarias, porque comprendía que esa era la forma en que expresaba su amor: ese amor que nunca creí que sería incluido en mi vida.
No sentí más compasión por algún culpable: porque de esa forma, era yo quien sufría, me sentí con las manos limpias, mientras tanto..... hoy en la oficina recuerdo ese corto tiempo que me hizo sentir felicidad, olvidandome de todos los egoistas que siempre quieren arruinar el juego de amar.