domingo, 24 de octubre de 2010

Una vuelta sacudida por el río Luján

Quedé con las piernas cansadas después de una remada hasta el final del río Espera, los puños de las manos, sensibles por el esfuerzo realizado, ampollas a punto de explotar, no creó que mi esfuerzo tenga un acto de grandeza, no puedo hablar de compensaciones, solo puedo sentir que me siento saludable.

Remar es como vivir, los errores proceden de una maravillosa entereza, bajo la tortura de lo que no se entiende, remar ó vivir, son esas cosas que se aceptan, y siempre: se es feliz.

Cuando remaba, la corriente en contra chocaba contra el banco de proa del bote del TBC, dando la sensación de avance, dejando a mi vista todos los muelles alcansados, personas que estaban sobre la isla, filmaban la escena que representaba mi perro, el bote y el río Espera.

Quise regresar rápido por el río Luján, el oleaje descompaginado de las lanchas,
en medio del descontrol de los otros, algunos botes saltando olas, a la hora en que todos quieren llegar al club porque se empezó a nublar, la tensa expresión de mi rostro, de dolor no admitido, habían desaparecido de mi cara, yo conservaba la serenidad más pura, sobre esa pequeña cáscara de nuez.

Llegué al rampín con mucho oleaje, mi perro pegó un saltó a la rampa para ser recibido por otros socios, mientras el marinero me ayudaba a sacar los remos del tolette, jamás podrá variar todo lo que significa para mi remar y vivir, mientras lo escribo.

martes, 19 de octubre de 2010

Sin trabajo

La falta de trabajo a veces cansa, no solo porque a veces falta el sustento, sino porque es un medio para lograr cosas, uno pierde el equilibrio emocional cuando pasan los meses, años y no aparece nada, y..... en lo increíble, sentirse bien cuando se encuentra con gente que te cuenta que: pasan años desocupados y uno solo meses.

Pensás, en comprar todos los fascículos, libros, para saber completar un CV, y la realidad es que: escasea un puesto de trabajo, ya no siento culpa por estar desocupada, no hice nada para perderlo, al contrario hice de todo para conservarlo, el precio que se paga es la destrucción de lo que se deseaba ganar.

Tengo suerte de no necesitar asistencia social, económica, vivienda, etc..que pasa con esos padres? que tienen la obligación de hacerlo, ahora entiendo las separaciones, la vagancia en las calles, basura por todos lados, a partir de ahí, nos condenamos como sociedadd a fingir una clase de realidad de engaño, cuando firmamos el certificado de desocupados estábamos falseando nuestro futuro, no existen las mentiras piadosas, tan solo la negra destrucción.

No importa, mi amor es la única posesión que me queda, y cuanto mayor sea la perdida, mayor será el orgullo que sienta para ver un paronama más amplio, ahora tengo que alcanzar todo lo demás ¡

domingo, 17 de octubre de 2010

Una trama de novela II (pag.70)

La reja de hierro forjado tenia unas iniciales familiares, que al cerrarse por medio de una vía de metal, formaban el escudo familiar, después de haber subido el trayecto, se había sentado en un asiento de piedra como si estuviera en casa, sentía que era el primer hogar de muchos, el primer hogar que también ella tenía en vida, antes de entrar a la casa, disfruto de la tierra que discurría velozmente bajo su mirada en las curvas de las alturas de las montañas como en un encierro de las mismas, las plantaciones eran el único indicio de la mano del hombre, además de esa casona antigua que se extendía sobre lo alto de la loma, los matorrales, hierbas y árboles que la rodeaban.

Su figura alta con un pantalón y una remera, ponían en relieve la larga línea de sus piernas, además de estar erguida sin el esfuerzo, dispuesta a caminar en cualquier momento, hasta que vio que se aproximaba hacía ella una campesina de su misma edad.

- Buenas tardes señorita ¡

- Buen día señora, que tarde preciosa¡¡

- Linda tarde para ir a buscar leña para hacer una fogata en este lugar, mientras viene la noche

- Que linda idea…..la puedo ayudar…

La campesina asintió y entró en la casa, Catalina quería descifrar toda esa vida, había observado que colgaba de su cuello un relicario, no abandonaba algún recuerdo, lo tenía como una armadura, más que como un objeto de coquetería, su rostro estaba quemado por el sol, tenía ulceras, no estaba pendiente de usar una pantalla solar, ocultaba sus penas, peleaba entre la línea de la verdad, y entre sus aguayos.

Catalina desvío la mirada, comprendiendo que miraba con demasiada intensidad, no tenía ningún lazo pasado, ni futuro que la uniera a ella.

El atardecer indicaba que los cúmulos se iban a desprender y regar los cultivos, habían pasado varios días sin llover. Se levantó para recoger ramas secas para la fogata, se detuvo en el espigón de la casa y contempló que el paisaje se extendía por debajo de sus pies, en la cima de la colina de enfrente descubrió una pequeña casa blanca, como si alguien la hubiera dejado caer, como si alguien la hubiese olvidado, era como esa hacienda, pasaban muchos habitantes por ahí por generaciones desapareciendo en los años, solo se veían los movimientos del sol al esconderse en el lado oeste, ella estaba en paz por esos días, esa construcción permitía albergar algún refugiado más, alguna pena, alguna alegría más.

jueves, 7 de octubre de 2010

Teléfono satelital

A veces quisiera irme en medio de las montañas, olvidarme de todos los reclamos, algunos a defensa al consumidor por una linea de teléfono satélital, dos años viendo a un abogado en ocho audiencias y seguir incomunicada.

Me dejó caer hacia delante, pretendiendo resistir alguna chispa de fuerza cuando tuve que llamar una emergencia para salvar una vida, sentir el punto de que todo es lo mismo, inconsciente de todo, menos de la terrible ansiedad que bloquea la razón, la incapacidad y que íbamos a viajar a la estratosfera, que cararotas.

El teléfono es una herramienta con la cual realizamos una elección, cerramos una relación, un negocio, esperamos que nos llamen para algún puesto de trabajo ó decimos te quiero a alguien.

Cansa, lo absurdo de que en la era de la comunicación, viviendo a veinte kilómetros del Congreso de Buenos Aires no pueda tener una linea de teléfono por cableado, me parece que vivo en el exilio, como si estuviera separada de Telefónica por algo superior a un débil cable y en un lapso de dos años de reclamos.

Después de dos años de reclamos pueden reconocer que pague un servicio que no sirve.

Llorar

Llorar?

Siempre algo triste te hace llorar, cuando todo es complicado, difícil, no tener un techo, perderlo todo, la muerte, alimentar algunos gusanos.

Ponerse en papel de víctima es un desperdicio, las víctimas también están haciendo piquetes contra el martirio, contra quienes creen que uno debe existir solo para beneficiar a otros, en contra de todos esos caníbales.

Quiero retirarme de todas las competencias y dejar todas las posibilidades para los incompetentes, ofreciendo hechos, pruebas, beneficios, sin poseer fe, esperanza y caridad........

Y volver a reír