
Se unían nuevamente para dar vigor a los sueños que creían haber roto, sustituían sus malos actos para dar forma material al lugar donde podían cobijarse porque los habían despojado de todo lo material.
Solo quedaba el espíritu, porque muchos detestan la felicidad de los otros, quieren convertir la vida en sufrimiento, fracaso, que se pida perdón por la felicidad que dan.
Sabían del autosacrificio que hacían aceptando al apartarse de sus vidas desvirtuando sus más firmes sentimientos, consolarse con la opción que no sentían, se forzaban aceptar el desgano, aceptando la terrible rutina de convencerse de que la vida en plenitud es imposible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario