viernes, 14 de agosto de 2009

Volviendo por el Caraguatá

En momentos cuando la naturaleza sigue su curso “El Corsario”, el bote con el que vamos a regatear, se adapta a seguir avanzando, aunque sus tripulantes decaigan o ensordezcan a los isleños con sus canciones en leguas foráneas, reírnos de alguna cumbia en ese silencio natural.

Tenemos nuestro propio libreto, en este tipo de experiencias, aprender de nuestra intuición nos acerca mucho más a la naturaleza, nos dice mucho más de nosotros mismos que de la experiencia ajena, podemos tener horas de remo de travesía, pero ni el más experimentado remero se salva de seguir remando.

Esperemos que: la serenidad que salimos a buscar, encontremos un poco de sol, porque cuando este se esconde, el frío, el cansado espíritu, nos deje reflexionar para no decaer por la falta de fuerza.

No daremos la vuelta grande, pero la radiante serenidad de saberse libres de temor, de dolor y de otras yerbas.... será ....el momento de volverse a proyectar en cruzar el puente Zárate brazo largo para sentirnos más pequeños, más humildes, que la creación del hombre es increíble, estar enganchadisimos con la vida.

Volvimos por el Río Caraguatá donde la existencia de un cartel de “Curva Peligrosa” como un camino de montaña, sinuoso, rotando sobre el timón, frenando con cada curva, nunca se sabe cuando desembocamos en el Río Luján, desde ahí treinta minutos hasta el club sin lanchas¡¡¡

Lo hicimos en cuarenta y cinco minutos con lanchas, todavía cantando. El delta del Tigre es una suma de todos nuestros actos, se halla ante nosotros de una manera inmediata, con el pretexto que: lo demás quede oculto y distante, solo nos vertemos como esos ríos, transformándonos en una cosa nueva cada año, aunque los pronósticos sean desfavorables.




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