martes, 29 de septiembre de 2009

ZARATE-TIGRE

Si bien estamos separados este año, la prevía a la regata Zárate-Tigre no fue como en otros años, cuando una multitud de remeros de travesía de CRLM se sentaba en la parrilla La Tranquera de Zárate, nos mirábamos y sentíamos lo mismo que el año estaba casi completo con esa regata, se siente lo importante que es llegar sano y poder hacerla, vivíamos como en una celebración, sobre la que podemos descansar nuestro futuro, sabíamos que cruzar remando por debajo del puente altísimo de Zárate era el significado que todavía no llegábamos a dar corneadas en el.

Este año fue diferente, hasta tomamos el charter, un micro escolar con 50 remeros, que nos llevaba desde el club organizador "el Canoto" hasta Zárate a las seis de la mañana del mismo día de la regata de sesenta y cuatro kilómetros, una locura total, pero bueno, dicen que los remeros estamos un poco locos, en lo personal, lo mejor es dormir en Zárate, es más caro pero la diversión es mayor.

Entre todos esos locos estaba Damián que había llegado de Londres, Gastón advirtiendo que estaba ahí con una fuerza motriz mucho mayor , Cocho, Carrere, los Bustamante, Atilio, Jovenich, y muchos más que entre el sueño de la madrugada de ese domingo no faltan a una Zarate-Tigre, no logramos saludarnos, pero los abrazos sinceros de amigos era el reflejo de muchas luces anónimas que quieren encontrar alegría en ese paseo, pensaba lo que otras personas pensaban acerca del significado que tiene esa regata, habían muchas razones, pero todos buscábamos el significado de estar vivos y experimentando los deseos de seguir remando a pesar de las dificultades.

Bajar el río Paraná de las Palmas entre un cielo que se despejaba, serpenteado por un paraje de arboles, que se observan de a ratos, llegar a campana a sentir esos olores nauseabundos de la contribución del hombre con sus fabricas distante de lo que la naturaleza pretende, lo hacíamos en una hora de remo desde el "top" para todos, en dos horas y media en Escobar.

Para colmo, el pronostico del tiempo al partir, era horrible, viento sur, con lluvias frías, durante la regata el viento soplaba en el banco de proa inclinándonos permanentemente, nuestra columna no podía mantenerse derecha, el timonel iba sentado fuera del centro para lograr un mejor equilibrio dentro del bote, una regata muy dura.

En un gran error y con falta de entrenamiento, salimos a quemar nuestras energías en la mitad de la regata, antes de entrar al río Caraguatá, estábamos fundidos, los demás botes nos pasaban percibiendo la sensación de cansancio, la incomodidad que no podíamos hacer una escala técnica, rendidos llegamos al puerto de Tigre en cinco horas cuarenta y cuatro, un mejor tiempo al del año pasado, en peores condiciones.


Después de esa regata es como si quedáramos súbitamente vacíos de fuerzas, propósitos y deseos de querer volver a correr una regata, se siente como si nuestro motor quisiera detenerse y no remar más hasta el año que viene, pero todavía falta un poco más para terminar el año.




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