lunes, 13 de julio de 2009

Arroyo Rama Negra en penumbra

Salimos el jueves a las cinco y diez de la madrugada, el río estaba muy bajo para ir por el Arroyo Gelves que no está canalizado, la neblina matinal estaba intensa.
No, nos podíamos quedar quietos, teníamos que activar el remo para las doce horas planificadas.
Los botes estaban listos desde la noche anterior, alcanzamos a dormir cinco horas, comimos las empanadas, bastante doraditas que Alejandra había preparado, zarpamos después del otro bote, con la proa en posición sur para entrar por el arroyo Gambado entrando en calor hasta el río Capitán Sarmiento.
La travesía sin inconvenientes hasta el arroyo Rama negra, a las seis de la mañana sin modificaciones en el horario, la oscuridad era intensa, era como remar con ceguera, remamos despacio para evitar cualquier avería, el destellador nos iluminaba un poco.
Cuando salimos de la oscuridad del Rama Negra, estábamos doblando hacía el este, la luna llena entre las ramas de los árboles, nos iluminó.
Nuestro bote estaba integrado por el último remero que quedaba de Alberto Demmidi dentro del club remando, Alejandra una buena amiga, era agradable la sensación de estar arriba de ese bote en buena compañía.

Después de dos horas quince minutos de zarpar llegamos por el arroyo Antequera al Paraná de Las Palmas, el sol había salido, todavía conservaba el color naranja intenso, detrás de unos cirros con un fondo de cielo azul.
Se produjo un instante de silencio entre nosotros, mirando ese regalo de la naturaleza, nuestra primera renuncia a nuestra intimidad estaba garantizada.

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