Luego paramos en la estación "Torres" , bajamos con cautela a ver viejos carteles tirados sobre una alfombra de pasto, uno de ellos decía: "sala de espera de señoras", se había cerrado otro despacho de ese ramal, en la época del innombrable, está se había convertido en un museo, las gotas de la canilla provocaban espasmos que dejaban cualquier boca húmeda......salimos de una estación a otra, transformadas: en casas de recaudación, casas de ex-combatientes de Malvinas, en casas de ex-ferroviarios, etc...etc...etc.
La carretera se perdía entre las curvas de la pampa húmeda de Buenos Aires y las de Santa Fe, a medida que los R4 avanzaban, paraban en alguna estación de combustible para renovar sus fuerzas, en el camino, el hundimiento de las zanjas a los costados se mostraba amenazante, lograba poner en equilibrio a la carretera, el campo desnudo de la cosecha de soja, otros cargados de cultivos, el río cristalino de Rojas, las vías del tren entre los matorrales, oscilantes, deslizándose a enormes distancias, habían dejado de circular, todos esos pueblos se habían muerto de hambre , habían logrado que el gremio de los camioneros creciera, mientras los pueblerinos, comentaban, que: "la vida, solo había cambiado".
El sol tocaba los picos de los cumulus limbos, delineando una luminosidad circular, como una frontera en la pampa, la realidad se presentaba de acuerdo a lo que tenía que ser, la naturaleza es así, no existen alertas para saber de antemano que nos van a tocar, el ruido del motor al hacer un cambio en la caja, era como una agitación, o una explosión de la maquina, el esfuerzo de las ruedas, me transportaron, como dentro una corriente de sonido, que de vez en cuando oscilaba un poco.
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