sábado, 28 de mayo de 2011

Ramal de trenes




Mientras caminaban los R4 en silencio, arriba de las rutas siete, ocho y otra más que no recuerdo?....... un auto al lado del otro, nos habíamos levantado a las cinco de la madrugada para subirnos a uno de esos pequeños autos, para una ramaleada..........llegamos a la primer estación "Fatima", experimente un sordo y agudo dolor producto del destrozó de esas vías, nunca me hubiese imaginado, como fue tomada por vagos, al instante volví en sí, noté un tenso movimiento de los okupas, imposible aproximarse a tomar unas fotos.

Luego paramos en la estación "Torres" , bajamos con cautela a ver viejos carteles tirados sobre una alfombra de pasto, uno de ellos decía: "sala de espera de señoras", se había cerrado otro despacho de ese ramal, en la época del innombrable, está se había convertido en un museo, las gotas de la canilla provocaban espasmos que dejaban cualquier boca húmeda......salimos de una estación a otra, transformadas: en casas de recaudación, casas de ex-combatientes de Malvinas, en casas de ex-ferroviarios, etc...etc...etc.

La carretera se perdía entre las curvas de la pampa húmeda de Buenos Aires y las de Santa Fe, a medida que los R4 avanzaban, paraban en alguna estación de combustible para renovar sus fuerzas, en el camino, el hundimiento de las zanjas a los costados se mostraba amenazante, lograba poner en equilibrio a la carretera, el campo desnudo de la cosecha de soja, otros cargados de cultivos, el río cristalino de Rojas, las vías del tren entre los matorrales, oscilantes, deslizándose a enormes distancias, habían dejado de circular, todos esos pueblos se habían muerto de hambre , habían logrado que el gremio de los camioneros creciera, mientras los pueblerinos, comentaban, que: "la vida, solo había cambiado".


El sol tocaba los picos de los cumulus limbos, delineando una luminosidad circular, como una frontera en la pampa, la realidad se presentaba de acuerdo a lo que tenía que ser, la naturaleza es así, no existen alertas para saber de antemano que nos van a tocar, el ruido del motor al hacer un cambio en la caja, era como una agitación, o una explosión de la maquina, el esfuerzo de las ruedas, me transportaron, como dentro una corriente de sonido, que de vez en cuando oscilaba un poco.

Volví la mirada a la sucesión de pliegues de los cultivos sobre los campos, alegrándome de esa experiencia, tomaba aire hondamente para expulsarlo de la misma forma, pesadamente caí en cuenta que estaba de retornando, sentí cierta debilidad ante la perspectiva de una catastrófica vuelta al hogar, estaba apresada con una cerradura que todavía no había podido cerrar, tenía que llegar, era preciso permanecer vanamente, hasta esperar que todo lo inexplorado se revelara.

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