
Ya sentada en la mesa, me puse a pensar en el hombre que completa mi vida, mirando un eucalipto inmenso, a quinientos metros de distancia del ventanal, parecía ser : una ley más de la naturaleza, está que no tolera el vacío y el dolor, como diciendo: es bueno sufrir, no hay que lamentarse, hay que aceptar y agradecer no se a quien?.... que nos haga sufrir.
Me aleje de ese árbol y me dije con pensamientos claros, precisos, que : ese hombre me quería en serio. Lo sabía mucho antes, cuando durante un invierno caminamos a tomar el colectivo 168, desde esa primera vez que nos miramos, supe que nos querríamos, y nunca me lo había dicho a mi misma.
Empecé a mirar lo bonito que me pasaba, y creí alguna vez, que no volvería a querer a alguien, vi caer una hoja del liquidambar, era la imagen del otoño, el color rojizo, seco. Sabía que en ese momento, quería tanto a ese hombre, y que mi sentimiento contenía mi tristeza y desesperanza.
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