Empezamos a sentir la señal del dolor, de la perdida, al mismo tiempo puede aparecer esa sensación de evasión, no querer aceptar la verdad, sentirse como protagonista de una novela de ficción, del mundo que dejamos de ver, de nuestras vidas que no son vividas, y ante el terror de cometer algo anónimamente prohibido.
De ver al mundo que pide que reaccione, y como una nena al fin y al cabo, solo estoy jugando y pienso, que: hay personas que quieren convencerse a si mismas de que no fingen, y se quedan solo con la existencia que conocen.
Al fin y al cabo, estamos cultivados para llevar prejuicios y preceptos, siempre tenemos la moral a cuestas, y los hechos son reales, son fuertes, no podemos saltearlos, no es quedarse con las palabras vacías, es llenarse de hechos, así se va yendo nuestra vida.
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