martes, 28 de julio de 2009

A fines del mes de julio



En la semana del día de la independencia en el Perú, la plenitud de los días en Buenos Aires, podían haber sido un placer ideal, para estar remando, aunque sea una vuelta chica por el río Espera, salir de la oficina a tomar un poco de sol.

Recordando, el domingo pasado, estuvimos dando una vuelta chica remontando el río Lujan hasta el Carapachay con Al, Andre, Juan, Fer, y yo para sostener el violín, la serenidad que teníamos procedía de la sensación de hallarnos libres de hacer lo que quisiéramos, no planificamos nada, pintó la expontaneidad.

Tomamos los botes: el Diavolo II (Bote masculino, integrado por Juani y Fer) y el Carlos Lando (Bote netamente femenino).
Contentos de la plenitud del día, de la pleamar del los ríos que remamos, no dejábamos espacios para lamentos, ni dolores de alguna ilusión perdida, nosotras remábamos contentas por compartir un bote netamente femenino, en el stroke: Andre, que marcaba muy buen ritmo, la dimos en una hora y media aproximadamante.

Esa experiencia sensacional cuando tres mujeres pueden hablar del amor a la vida, los hombres y odiar aquellos actos que no lo son los nuestros.

Reírnos de nuestras vulgaridades, el acceso a un mundo natural requiere de la experiencia de vivirlo, podemos estar alejadas de Dios, los valores, pero nunca de la naturaleza de nosotras mismas, solo llevadas a la confianza de la verdad que disminuye nuestros dolores, nuestras vergüenzas a través de las risas.

Era genial estar arriba de ese bote, remamos radiantes como ese día, con la serenidad de sentirnos libres que dejábamos a nuestra parte masculina, sin sentir culpa, solo remamos hasta volver a encontrarnos sobre la rampa del CRLM con el Diavolo II para devorarnos los ñoquis en el Sailing Club, viendo la caída del sol.....sobre nuestro día.


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