viernes, 22 de mayo de 2009

Regreso por el río de la Plata calmo






Las explicaciones de la insistencia en la persistencia de que el mundo del remo es así, que nada es absoluto, excepto el principio de los compromisos mutuos, partíamos del puerto de Carmelo con rumbo sur hacía el Puerto de Tigre por San Isidro.
Prefectura uruguaya nos sellaba nuestra legalidad para poder cruzar el Río de la Plata, no soplaba una ráfaga de viento, nos hallábamos los dos botes efes, en medio de la soledad, por momentos los vientos leves del sur favorecian la pleamar, la profundidad del agua por los bancos de arena, estaba controlada.
Parecíamos como guiados por una alegría que nos permitía atravesar el Río de la Plata , cuando más se lo cruza más queda en el recuerdo, nos veíamos como unidos los dos botes en un poder prodigioso, de la gratitud que el viento nos acompañaba.
La vida cobra sentido cuando el río esta en su plenitud, comprender que nos permite cruzarlo, es cruzar otros criterios, otro progreso dentro del remo travesía.
De muy difícil entendimiento en muchas personas, premios de la naturaleza son nuestra recompensa en las tramas de una travesía.
Genios creadores de estos dominios del remo, con su remos, varaderos, timón, contenido eterno de un bote, solo traen una pasión, en esa soledad nacen cisnes de cuello negro.
No azotaba una lluvia, ni vientos hasta el medio día, a la vista la Cupula de la Catedral de San Isidro, sobre ella se recreaban unas nubes que improvisadamente se prestaban ganarle al cielo.
El viento espesó a rotar al oeste con unas nubes como la el grano negro de arroz para aguarnos la fiesta.
Llegamos a la unión del río Luján y río de La Plata con tranquilidad, pero la complejidad del cambio de vientos, remontamos el río Luján, con el hastío del movimiento nervioso de las aguas, con el oleaje de las lanchas, bregar con esos remos sobre aguas agitadas.
La confianza de mi tripulación estaba intacta, no se había quebrado, no teníamos que aclarar ninguna posición, no había quejas, estábamos como niños cumpliendo su felicidad, bajamos del bote con nuestras propias confesiones.
Volver a cruzar el Río de la Plata, cualquiera fuera el rumbo de mi proa, el amor que se siente en las travesías, es algo que siempre voy a estar agradecida, que se desarrolla mi destino en esta compañía.

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